Y si dejo de soñar y me sumerjo en la rutina.
Y me vuelvo predecible y robótica.
Y se me muere la locura y se me secan las lágrimas.
Y se me congela la sonrisa y se me oscurece la mirada.
Y si dejo de soñar y el amor se petrifica en los retratos.
Y el azúcar se enmohece en el estante.
Y los besos se esconden en la almohada.
Y la luna me ignora y el cielo me aborrece.
Y si dejo de ser mujer y libre.
Cuenco y arrollo.
Verso y alpiste.
Y si dejo de soñarme enamorada.
Y mis brazos no te alcanzan.
Y mi cuerpo es piedra helada.
Que será de mi sueño que te busca.
Que será de mi misma y del regreso de la nada.
Que será si soy torbellino y loto.
Y si dejo de soñar quien me pare la esperanza.
Acerca de mí
Duele la palabra en la mano que no sueña con el verso. Duele aún sin saber que le hinca en lo más profundo de su prosa. Aquella mano que se niega a la pluma y al papel. Duélele tanto, que cuando se abre, de sus dedos brotan caricias al vacío.
viernes, 16 de noviembre de 2018
martes, 16 de octubre de 2018
El cielo y tú
Desde la inmensa oscuridad, me envías un guiño picaresco. Y yo, que te he observado tantas veces, anonadada, queriendo descubrir tus secretos más antiguos. Te devuelvo el gesto con un infantil suspiro y las ganas de volar hasta tus brazos, lánguidos y tibios, se tornan quejidos inaudibles en mi garganta.
Esperando siempre el sueño que no llega, pido encontrarte una vez más entre ellos. Tan sonriente y vivaz como la tarde en que mi adiós temprano, separó para siempre tu existencia de la mía. ¿Debí quedarme un poco más?... No sabía yo, pobre infeliz, que no habría otro atardecer, otro día, otras despedidas.
Hoy, desde mi eterna oscuridad, ya no espero el sueño, ni la luz de las estrellas o tu imposible presencia. Me sumerjo en mi tristeza con la certeza del pez que salta fuera del agua. Y aunque vuelva a buscar, desesperada, el guiño constante del universo. No hay para mi otra respuesta que el silencio, quien se apodera lentamente de mi alma.
Esperando siempre el sueño que no llega, pido encontrarte una vez más entre ellos. Tan sonriente y vivaz como la tarde en que mi adiós temprano, separó para siempre tu existencia de la mía. ¿Debí quedarme un poco más?... No sabía yo, pobre infeliz, que no habría otro atardecer, otro día, otras despedidas.
Hoy, desde mi eterna oscuridad, ya no espero el sueño, ni la luz de las estrellas o tu imposible presencia. Me sumerjo en mi tristeza con la certeza del pez que salta fuera del agua. Y aunque vuelva a buscar, desesperada, el guiño constante del universo. No hay para mi otra respuesta que el silencio, quien se apodera lentamente de mi alma.
miércoles, 22 de agosto de 2018
Cuando yo era niña...
De hace algún tiempo atrás... En mi facebook:
Cuando era niña me gustaba jugar con mi perro. Competir con todos los niños de la cuadra a ver quien llegaba primero a la esquina corriendo. Saltaba la cuerda sin cansarme todo el día. Podía ver una peli de muñes cada vez como si fuese la primera. Me colgaba de las piernas en el almendro del patio hasta dolerme la cabeza. Cerraba los ojos e imaginaba que podía volar en lo alto de una colina. No me molestaba el sol de la playa ni el lodo en mis zapatos. Los días de lluvia hacia una fiesta en cada charco. Creia que me podía comer todos los dulces del mundo. Pensaba que bueno seria hablar con los animales aunque estaba completamente segura que me podían entender cuando les platicaba. Mi juguete preferido fue un pedazo de madera que mi abuelo me preparó y pulimentó y yo lo decoré con plumas de colores en sus dos extremos, quería ser malabarista. Soñaba que podía alcanzar todas mis metas. Para ese entonces creía que el tiempo era infinito y que siempre iba a ser pequeña. La adultez estaba muy lejana y yo añoraba despertar adulta la mañana siguiente. Cuando era niña nunca pensé que crecer me duraría toda la vida y que hoy luego de tantos años, espero cada amanecer despertar siendo la niña que un día fuí.
Cuando era niña me gustaba jugar con mi perro. Competir con todos los niños de la cuadra a ver quien llegaba primero a la esquina corriendo. Saltaba la cuerda sin cansarme todo el día. Podía ver una peli de muñes cada vez como si fuese la primera. Me colgaba de las piernas en el almendro del patio hasta dolerme la cabeza. Cerraba los ojos e imaginaba que podía volar en lo alto de una colina. No me molestaba el sol de la playa ni el lodo en mis zapatos. Los días de lluvia hacia una fiesta en cada charco. Creia que me podía comer todos los dulces del mundo. Pensaba que bueno seria hablar con los animales aunque estaba completamente segura que me podían entender cuando les platicaba. Mi juguete preferido fue un pedazo de madera que mi abuelo me preparó y pulimentó y yo lo decoré con plumas de colores en sus dos extremos, quería ser malabarista. Soñaba que podía alcanzar todas mis metas. Para ese entonces creía que el tiempo era infinito y que siempre iba a ser pequeña. La adultez estaba muy lejana y yo añoraba despertar adulta la mañana siguiente. Cuando era niña nunca pensé que crecer me duraría toda la vida y que hoy luego de tantos años, espero cada amanecer despertar siendo la niña que un día fuí.
martes, 24 de julio de 2018
7 frases que cambiaron mi historia
Es curioso como las personas que te rodean pueden modificar tu futuro con una simple expresión. En ocasiones estas palabras vienen de tus seres amados sin la mínima intensión de perjurio, de tus amigos quienes las pujan con desenfado e inocencia e incluso de desconocidos que solo dan su frío parecer sin pensar en las consecuencias. Una de las que recuerdo y me hizo usar tacos extremadamente altos por muchos años hasta que mi columna vertebral dijo: Basta!
1. Con ese tamaño no vas a calificar para ningún deporte!
Tenía 19 años, recién ingresaba a la universidad, era requisito pertenecer a alguno de los equipos de deporte. Observé y medí mentalmente mis escasos 154 centímetros y con pesar supe que sería un gran reto si quería graduarme de la escuela de medicina.
Hasta entonces ser pequeña había sido más que un pesar, una ventaja. Recuerdo que en preescolar (algunos recordarán esta dulce etapa como el Kinder o el primer año en la Elementary School) mi mejor amiga medía el doble de mi estatura y por su timidez era objeto de bulling para todos. No fueron pocas las veces que tuve que salir en su defensa y llevé varias cicatrices en mis rodillas y codos pues, como es de suponer, con mi endeble figura no lograría salir ilesa. Siempre fui la primera en las filas de las reuniones matutinas y tenia asiento en primera clase en el aula. La maestra me mimaba mucho por mi menudez, que causaba ternura en su mirar antaño. No tener la estatura correcta era algo totalmente nuevo y por un momento quedé en choque.
Por suerte, a mi lado estaba otra buena amiga, la única que hasta entonces no había tenido que defender, sino quien estuvo por mi incluso cuando yo no sabía. Poco tiempo después me enteré que, cuando siquiera habíamos sido presentadas, ya ella se buscaba problemas por mi causa. Llevaba yo moños con cintas de colores en la Secundaria y era fruto de burlas infinitas por parte de muchos en la escuela. Cada vez que alguno hablaba a mis espaldas ella le hacía frente, alegando que mis moños eran muy lindos y que a nadie le tenía que molestar.
El instructor de deporte se quedó mirándola y sin tapujos me dijo, si tuvieras la mitad de la altura que ella entrarías al grupo de Basketball. Ella solo sonrió y me dijo: Por que no seguimos buscando!
La verdad es que hicimos todos los concursos, mientras mi amiga era la número uno en la lista de los aprobados, yo no aparecía ni en la reserva. Hasta que las cosas cambiaron de repente y mientras estábamos sentadas en la tarima del estadio, desesperanzadas y taciturnas, apareció este señor, musculoso y sonriente frente a nosotras.
_ Yo pienso que ustedes dos son perfectas para mi grupo!
Nos quedamos mirándonos la una a la otra con cara de: si fruta fue, mal se cocinó. Le preguntamos casi al unísono si no había problemas con mi tamaño y él se limitó solo a reír a carcajadas. Así fue como entramos al grupo de Karate.
No puedo decirles que gané muchas medallas ni que fui portadora del cinturón negro. Pero guardo lindos recuerdos de aquellos años. Nuestro profesor, un hombre joven pero con un corazón extraño, nunca dudó de la capacidad de superación del ser humano. Fuimos un grupo bien disparejo pero muy entregado a las artes marciales. Y aquí les dejo una reflexión: Ámate tal y como eres. Somos perfectos tal cual nacimos y siempre habrá un lugar en el mundo para cada uno de nosotros.
2. No eres lo suficientemente brillante como para pertenecer a ese grupo!
Estábamos a inicios del curso escolar de la Secundaria Básica. Los profesores seleccionaban los alumnos de cada uno de los grupos que se dividían por números. Pasados más de 20 años del suceso no pretenderán que recuerde cuales eran esos números, por lo que me limitaré a llamarlos por: A; B; C; D.
A mis 11 años conocí las diferencias sociales y ahora les explico por qué. Resulta ser que en los A, estaban los hijos de la gente pudiente de mi pueblo, entre ellos, hijos de médicos, abogados y dirigentes. En los B acomodaron a los hijos de personas conocidas y con buena solvencia económica. Y por supuesto en los C y D quedamos el resto de la plebe. Recuerdo que el mío fue el último de los D. Hija de padres divorciados, madre ama de casa y padre de incierta localización, no podría esperar algo mejor.
A pesar de ello tuve muy buenos profesores y estoy orgullosa de mis colegas. Fue una época maravillosa donde hice amistades que han perdurado a lo largo de los años, hoy varios de ellos, deportistas, abogados, licenciados, maestros, excelentes hijos, padres, esposos de bien y claro está, alguna que otra oveja descarriada (en qué grupo no los hay). Y todo ello gracias a nuestros maestros, quienes confiaron en nuestro potencial y dieron alas a nuestros sueños. Y sobre todo, gracias a nuestro espíritu y abnegación y a la perseverancia y sacrificio de nuestros padres. Y brillamos todo esplendor, por encima del menosprecio.
Es un final feliz cierto? No obstante la pregunta siempre me hinca en medio del estómago cuando tengo que empezar algo nuevo: Eres lo suficientemente brillante?
3. Cuatro ojos pistoleros! Acompañado en varias ocasiones por ``Carlos J. Finay`` o ``No me mires, que me matas``. Todo por llevar espejuelos desde mis más precoces años. De más está decir que continuo usándolos aunque en ocasiones los olvide en la mesita de noche o en el auto. No obstante fue una guerra que desgastó a mi pobre madre, quien me obligaba a llevarlos a la escuela, hasta que un buen día me dejó por imposible.
Luego noté que si no los usaba era peor, pues tengo un estrabismo raro, que me hace hacer muecas horribles cuando entretengo mi cerebro al observar algo fijamente, y las burlas se vuelven entonces imparables. Algunas personas en la actualidad me preguntan si me siento bien, o se enojan pues piensan que las estoy mirando de reojo, así que aprendí que debo dar las instrucciones antes del uso, como hacen con los productos. Las mismas que les doy a ustedes por si algún día llegaran a conocerme. ``Si por un momento me quedo mirándote de forma extraña, o si volteo mi cara en una mueca exasperarte, no creas que es por disgusto o que estoy sufriendo un infarto cerebral. Mándame a poner los lentes, es que soy estrábica``.
4. Tienes cuerpo de panda, como tu abuela.
Ahora imaginen a un panda. Estoy segura que sentirán ternura al solo escuchar la palabra. Pues bien, para mi era la imagen regordeta y poco atractiva de un oso de inteligencia dudosa. Creo que tuvo que pasar algún tiempo para que mi figura criolla empezara a dar luz de femineidad. Hasta entonces, cada vez que me paré frente al espejo, el animalito me miraba desde el cristal. Yo en cambio lo saludaba con mi mejor sonrisa que en el mejor de los casos significaba un vete a la m... Se imaginarán que con el paso del tiempo la criolléz hoy es historia y el panda regresó a hacerme burlas desde el espejo.
5. Tú no eres como los demás niños!
Esta expresión me acompañó por muchos años. No fui una niña muy saludable, así que era más el tiempo que pasaba de certificado u hospitalizada que en la escuela. Mi trauma era la llegada de fin de curso y mis perretas interminables porque quería participar en las actividades pos-curso en las llamadas escuelas al campo, acampadas, campismos, etc. A lo que la respuesta era rotunda y definitiva: Tú sabes que no puedes ir!.
Es cierto, no era como los demás. Otro en mi lugar se rendiría fácilmente. Pero mi espíritu indomable y mi ansias de libertad y aventura, me empujaban hacia mi próxima peripecia. Mi lema: El fin justifica los medios. Hey! no me juzguen, era muy pequeña para conocer toda la responsabilidad que conlleva esas palabras. Acudía a las personas de mayor poder, mis abuelos. Mi abuela no era de las mías, pero mi abuelo era mi estandarte, una palabra suya y todo resuelto, tenia la mitad de la pelea ganada. Después de varias discusiones, casi sangrientas, en la familia... como: Yo soy y la mamá y la gobierno! o... Aquí el que manda soy yo y la niña va! Salía victoriosa. Claro, ello costaba semanas de no hablarse los unos a los otros y al segundo o tercer día se me acababa la fiesta. Cuarenta grados de temperatura y se acabó todo. Gracias a mi adultez y mis estudios terminados hoy disfruto de mi libertad y vivo mi vida como quiero... hasta que regreso a casa en las vacaciones.
6. No se preocupe señora, lo que pasa es que su hija es anti-matemática. Mi profesor del pre-universitario explicándole a mi mamá mi aversión por los números.
Mi querido profesor Alvin, un hombre ilustrado sumamente inteligente. Se acercó un buen día a mi pupitre (No por primera vez, no sé de donde sacaba tanta paciencia) y me dijo picaresco: Si le prestaras atención a mis números con la misma pasión con que dibujas, estoy seguro que sería una de mis mejores alumnas. Hoy empezamos con geometría del espacio, que crees de este problema?. Me acerqué dudosa al pizarrón pero luego de escuchar la explicación y para júbilo de mi profe, pude resolver el ejercicio, por supuesto, a mi manera rara de sacar cálculos. Lástima que la magia no duró cuando llegaron las aritméticas. La próxima vez que mi mamá visitó la escuela el profe le dijo con la mayor tranquilidad: Su hija es anti-números señora, pero gracias a la ciencia hoy tenemos las calculadoras.
7. Tu hija es rara!
Esta si me dolió mucho y por unos cuantos años me tornó huraña y poco afectuosa. La verdad es que lo dijo una persona cercana a la familia y no con la mejor de las intenciones. En plena pubertad, hacía mucho que conocía mis preferencias. Lo supe cuando en preescolar una maestra no muy feliz de su profesión, le dijo a mis padres que yo me portaba mal en clases y que no aprendía porque siempre estaba en las nubes. La verdad es que aquella nube tenia nombre y apellidos, cabello negro, ojos claros y una hermosa nariz que combinaba a la perfección con su linda sonrisa. El chico se sentaba justo a mi lado y yo pretendía mirar a la ventana mientras memorizaba todas las líneas de su rostro.
Mi reacción al escuchar el venenoso comentario fue dejar de hablarle a mi mejor amiga por unos cuantos días. Pues no concebía que a sus oídos llegaran semejantes palabras hirientes. Todo porque a diferencia de la mayoría de las jóvenes de mi pequeño pueblo, yo me negaba a traer un novio a casa y ocupaba mis días en leer, estudiar o colgarme de mis amigas en mis locas aventuras (excursiones, clubes de amigas, fiestas de disfraces). Hace mucho que tales cosas dejaron de preocuparme y es cierto que a veces me cuesta ser cariñosa (no siempre se curan del todo los traumas de la infancia). Me importa poco lo que digan de mi y no discrimino raza, cultura, religión, sexo u orientación sexual.
Como estas siete frases, existen todo un arsenal que acabaría por llenar innumerables páginas de este humilde blog. En todo caso prefiero dejarles a ustedes la posibilidad de contar sus querellas, y compartir una experiencia más. Por esta vez, solo espero mis palabras den un aliciente a las heridas de la infancia. Después de todo, al final de nuestra historia, el patito feo se transformará siempre en un espléndido cisne.
1. Con ese tamaño no vas a calificar para ningún deporte!
Tenía 19 años, recién ingresaba a la universidad, era requisito pertenecer a alguno de los equipos de deporte. Observé y medí mentalmente mis escasos 154 centímetros y con pesar supe que sería un gran reto si quería graduarme de la escuela de medicina.
Hasta entonces ser pequeña había sido más que un pesar, una ventaja. Recuerdo que en preescolar (algunos recordarán esta dulce etapa como el Kinder o el primer año en la Elementary School) mi mejor amiga medía el doble de mi estatura y por su timidez era objeto de bulling para todos. No fueron pocas las veces que tuve que salir en su defensa y llevé varias cicatrices en mis rodillas y codos pues, como es de suponer, con mi endeble figura no lograría salir ilesa. Siempre fui la primera en las filas de las reuniones matutinas y tenia asiento en primera clase en el aula. La maestra me mimaba mucho por mi menudez, que causaba ternura en su mirar antaño. No tener la estatura correcta era algo totalmente nuevo y por un momento quedé en choque.
Por suerte, a mi lado estaba otra buena amiga, la única que hasta entonces no había tenido que defender, sino quien estuvo por mi incluso cuando yo no sabía. Poco tiempo después me enteré que, cuando siquiera habíamos sido presentadas, ya ella se buscaba problemas por mi causa. Llevaba yo moños con cintas de colores en la Secundaria y era fruto de burlas infinitas por parte de muchos en la escuela. Cada vez que alguno hablaba a mis espaldas ella le hacía frente, alegando que mis moños eran muy lindos y que a nadie le tenía que molestar.
El instructor de deporte se quedó mirándola y sin tapujos me dijo, si tuvieras la mitad de la altura que ella entrarías al grupo de Basketball. Ella solo sonrió y me dijo: Por que no seguimos buscando!
La verdad es que hicimos todos los concursos, mientras mi amiga era la número uno en la lista de los aprobados, yo no aparecía ni en la reserva. Hasta que las cosas cambiaron de repente y mientras estábamos sentadas en la tarima del estadio, desesperanzadas y taciturnas, apareció este señor, musculoso y sonriente frente a nosotras.
_ Yo pienso que ustedes dos son perfectas para mi grupo!
Nos quedamos mirándonos la una a la otra con cara de: si fruta fue, mal se cocinó. Le preguntamos casi al unísono si no había problemas con mi tamaño y él se limitó solo a reír a carcajadas. Así fue como entramos al grupo de Karate.
No puedo decirles que gané muchas medallas ni que fui portadora del cinturón negro. Pero guardo lindos recuerdos de aquellos años. Nuestro profesor, un hombre joven pero con un corazón extraño, nunca dudó de la capacidad de superación del ser humano. Fuimos un grupo bien disparejo pero muy entregado a las artes marciales. Y aquí les dejo una reflexión: Ámate tal y como eres. Somos perfectos tal cual nacimos y siempre habrá un lugar en el mundo para cada uno de nosotros.
2. No eres lo suficientemente brillante como para pertenecer a ese grupo!
Estábamos a inicios del curso escolar de la Secundaria Básica. Los profesores seleccionaban los alumnos de cada uno de los grupos que se dividían por números. Pasados más de 20 años del suceso no pretenderán que recuerde cuales eran esos números, por lo que me limitaré a llamarlos por: A; B; C; D.
A mis 11 años conocí las diferencias sociales y ahora les explico por qué. Resulta ser que en los A, estaban los hijos de la gente pudiente de mi pueblo, entre ellos, hijos de médicos, abogados y dirigentes. En los B acomodaron a los hijos de personas conocidas y con buena solvencia económica. Y por supuesto en los C y D quedamos el resto de la plebe. Recuerdo que el mío fue el último de los D. Hija de padres divorciados, madre ama de casa y padre de incierta localización, no podría esperar algo mejor.
A pesar de ello tuve muy buenos profesores y estoy orgullosa de mis colegas. Fue una época maravillosa donde hice amistades que han perdurado a lo largo de los años, hoy varios de ellos, deportistas, abogados, licenciados, maestros, excelentes hijos, padres, esposos de bien y claro está, alguna que otra oveja descarriada (en qué grupo no los hay). Y todo ello gracias a nuestros maestros, quienes confiaron en nuestro potencial y dieron alas a nuestros sueños. Y sobre todo, gracias a nuestro espíritu y abnegación y a la perseverancia y sacrificio de nuestros padres. Y brillamos todo esplendor, por encima del menosprecio.
Es un final feliz cierto? No obstante la pregunta siempre me hinca en medio del estómago cuando tengo que empezar algo nuevo: Eres lo suficientemente brillante?
3. Cuatro ojos pistoleros! Acompañado en varias ocasiones por ``Carlos J. Finay`` o ``No me mires, que me matas``. Todo por llevar espejuelos desde mis más precoces años. De más está decir que continuo usándolos aunque en ocasiones los olvide en la mesita de noche o en el auto. No obstante fue una guerra que desgastó a mi pobre madre, quien me obligaba a llevarlos a la escuela, hasta que un buen día me dejó por imposible.
Luego noté que si no los usaba era peor, pues tengo un estrabismo raro, que me hace hacer muecas horribles cuando entretengo mi cerebro al observar algo fijamente, y las burlas se vuelven entonces imparables. Algunas personas en la actualidad me preguntan si me siento bien, o se enojan pues piensan que las estoy mirando de reojo, así que aprendí que debo dar las instrucciones antes del uso, como hacen con los productos. Las mismas que les doy a ustedes por si algún día llegaran a conocerme. ``Si por un momento me quedo mirándote de forma extraña, o si volteo mi cara en una mueca exasperarte, no creas que es por disgusto o que estoy sufriendo un infarto cerebral. Mándame a poner los lentes, es que soy estrábica``.
4. Tienes cuerpo de panda, como tu abuela.
Ahora imaginen a un panda. Estoy segura que sentirán ternura al solo escuchar la palabra. Pues bien, para mi era la imagen regordeta y poco atractiva de un oso de inteligencia dudosa. Creo que tuvo que pasar algún tiempo para que mi figura criolla empezara a dar luz de femineidad. Hasta entonces, cada vez que me paré frente al espejo, el animalito me miraba desde el cristal. Yo en cambio lo saludaba con mi mejor sonrisa que en el mejor de los casos significaba un vete a la m... Se imaginarán que con el paso del tiempo la criolléz hoy es historia y el panda regresó a hacerme burlas desde el espejo.
5. Tú no eres como los demás niños!
Esta expresión me acompañó por muchos años. No fui una niña muy saludable, así que era más el tiempo que pasaba de certificado u hospitalizada que en la escuela. Mi trauma era la llegada de fin de curso y mis perretas interminables porque quería participar en las actividades pos-curso en las llamadas escuelas al campo, acampadas, campismos, etc. A lo que la respuesta era rotunda y definitiva: Tú sabes que no puedes ir!.
Es cierto, no era como los demás. Otro en mi lugar se rendiría fácilmente. Pero mi espíritu indomable y mi ansias de libertad y aventura, me empujaban hacia mi próxima peripecia. Mi lema: El fin justifica los medios. Hey! no me juzguen, era muy pequeña para conocer toda la responsabilidad que conlleva esas palabras. Acudía a las personas de mayor poder, mis abuelos. Mi abuela no era de las mías, pero mi abuelo era mi estandarte, una palabra suya y todo resuelto, tenia la mitad de la pelea ganada. Después de varias discusiones, casi sangrientas, en la familia... como: Yo soy y la mamá y la gobierno! o... Aquí el que manda soy yo y la niña va! Salía victoriosa. Claro, ello costaba semanas de no hablarse los unos a los otros y al segundo o tercer día se me acababa la fiesta. Cuarenta grados de temperatura y se acabó todo. Gracias a mi adultez y mis estudios terminados hoy disfruto de mi libertad y vivo mi vida como quiero... hasta que regreso a casa en las vacaciones.
6. No se preocupe señora, lo que pasa es que su hija es anti-matemática. Mi profesor del pre-universitario explicándole a mi mamá mi aversión por los números.
Mi querido profesor Alvin, un hombre ilustrado sumamente inteligente. Se acercó un buen día a mi pupitre (No por primera vez, no sé de donde sacaba tanta paciencia) y me dijo picaresco: Si le prestaras atención a mis números con la misma pasión con que dibujas, estoy seguro que sería una de mis mejores alumnas. Hoy empezamos con geometría del espacio, que crees de este problema?. Me acerqué dudosa al pizarrón pero luego de escuchar la explicación y para júbilo de mi profe, pude resolver el ejercicio, por supuesto, a mi manera rara de sacar cálculos. Lástima que la magia no duró cuando llegaron las aritméticas. La próxima vez que mi mamá visitó la escuela el profe le dijo con la mayor tranquilidad: Su hija es anti-números señora, pero gracias a la ciencia hoy tenemos las calculadoras.
7. Tu hija es rara!
Esta si me dolió mucho y por unos cuantos años me tornó huraña y poco afectuosa. La verdad es que lo dijo una persona cercana a la familia y no con la mejor de las intenciones. En plena pubertad, hacía mucho que conocía mis preferencias. Lo supe cuando en preescolar una maestra no muy feliz de su profesión, le dijo a mis padres que yo me portaba mal en clases y que no aprendía porque siempre estaba en las nubes. La verdad es que aquella nube tenia nombre y apellidos, cabello negro, ojos claros y una hermosa nariz que combinaba a la perfección con su linda sonrisa. El chico se sentaba justo a mi lado y yo pretendía mirar a la ventana mientras memorizaba todas las líneas de su rostro.
Mi reacción al escuchar el venenoso comentario fue dejar de hablarle a mi mejor amiga por unos cuantos días. Pues no concebía que a sus oídos llegaran semejantes palabras hirientes. Todo porque a diferencia de la mayoría de las jóvenes de mi pequeño pueblo, yo me negaba a traer un novio a casa y ocupaba mis días en leer, estudiar o colgarme de mis amigas en mis locas aventuras (excursiones, clubes de amigas, fiestas de disfraces). Hace mucho que tales cosas dejaron de preocuparme y es cierto que a veces me cuesta ser cariñosa (no siempre se curan del todo los traumas de la infancia). Me importa poco lo que digan de mi y no discrimino raza, cultura, religión, sexo u orientación sexual.
Como estas siete frases, existen todo un arsenal que acabaría por llenar innumerables páginas de este humilde blog. En todo caso prefiero dejarles a ustedes la posibilidad de contar sus querellas, y compartir una experiencia más. Por esta vez, solo espero mis palabras den un aliciente a las heridas de la infancia. Después de todo, al final de nuestra historia, el patito feo se transformará siempre en un espléndido cisne.
domingo, 13 de mayo de 2018
Madre
(Perdón por publicarlo primero en mi página de Facebook. Pero... Quién le pones frenos a la musa?)
Madre palabra que desborda amor. Madre eres desde la primera mirada de complicidad. Madre sin parto y con dolor. Madre con dolor y alegría. Madre porque lo amaste desde que que su mano pequeña rozó la tuya con timidez. Madre porque pariste miles y otros miles aún añoran estar entre tus brazos. Mujer más hermosa que ninguna porque llevas en tu pecho todos los perdones con paciencia. Madre mía, que nunca me falte tu regazo. Porque si me faltas tú, me duele la vida.
Madre palabra que desborda amor. Madre eres desde la primera mirada de complicidad. Madre sin parto y con dolor. Madre con dolor y alegría. Madre porque lo amaste desde que que su mano pequeña rozó la tuya con timidez. Madre porque pariste miles y otros miles aún añoran estar entre tus brazos. Mujer más hermosa que ninguna porque llevas en tu pecho todos los perdones con paciencia. Madre mía, que nunca me falte tu regazo. Porque si me faltas tú, me duele la vida.
sábado, 5 de mayo de 2018
Sueño de amor y no.
Voy a cerrar los ojos, así como quien quiere y no, desesperadamente, soñar con lo que le es prohibido. Quizá esta vez tenga más suerte que la última y te des una vuelta por el rincón de mi soledad. Y aunque me duela verte y no, y tocarte y no, y amarte y no. Después que la luz se apague y todos duerman. Entonces y solo entonces, de ojos abiertos te buscaré en mi sueño y te amaré perdida y locamente, aunque aún me quieras y no.
lunes, 19 de febrero de 2018
Dos amigas
Tengo una Sinrazón que Concordura no entiende.
Dice que tiene mi mente perdida en el mar azul.
Concordura no comprende que Sinrazón me completa.
Que me llena de cometas y de estrellas el baúl.
Sinrazón es mi poeta, me alegría, mi gurú.
Mi pasión por lo imposible, por lo humano como tú.
Es mi musa de horas frescas, de madrugada mi luz.
Concordura está aterrada, se agarra fuerte a mis pies.
Me dice que soy esclavo de los sueños que no ves.
Que soy tonto y que no escucho la realidad que me grita.
Que la historia se repita es mi destino más cruel.
Pero yo, simple andariego, no tengo llaga en los pies.
Me gusta amar la locura y estar loco es mi revés.
Concordura y Sinrazón mi amigas de aventura.
Una mi santa prisión, la otra bella verduga.
Dice que tiene mi mente perdida en el mar azul.
Concordura no comprende que Sinrazón me completa.
Que me llena de cometas y de estrellas el baúl.
Sinrazón es mi poeta, me alegría, mi gurú.
Mi pasión por lo imposible, por lo humano como tú.
Es mi musa de horas frescas, de madrugada mi luz.
Concordura está aterrada, se agarra fuerte a mis pies.
Me dice que soy esclavo de los sueños que no ves.
Que soy tonto y que no escucho la realidad que me grita.
Que la historia se repita es mi destino más cruel.
Pero yo, simple andariego, no tengo llaga en los pies.
Me gusta amar la locura y estar loco es mi revés.
Concordura y Sinrazón mi amigas de aventura.
Una mi santa prisión, la otra bella verduga.
lunes, 8 de enero de 2018
Enófobo amor
La noche invita a una copa,
el viento sopla sereno.
El frío cala los huesos
y un perro aúlla a lo lejos.
Yo quiero ser tu inquilina,
déjame entrar y te enseño
como puedo ser tu dueño
antes que toques la cima.
Hay pero no te toca
me dices tan lisonjero
y yo que quiero ser pionero
de esos besos de tu boca.
De tu espalda de diamante,
de tus brazos de torero.
Quiero ser más que tu amante,
quiero ser tu ladronzuelo.
Al cocuyo pregunté
cuantos hijos me darías.
Me dijo que solo tres,
con uno feliz sería.
La margarita lo negó,
pero a mi no me interesa.
Es lujuria que sintió
por tus labios color fresa.
En tanto la luna buena
me ha dicho que ya me quieres
que tantas veces me vieres
te hago perder la cabeza.
Me ha dicho que te enojaste
porque llegué tarde anoche
que muy triste me esperaste.
y que por culpa del broche
de mi camisa embustera,
te volviste una quimera
de rabia, pena y reproche.
Anda ven, que yo no muerdo
solo si quieres que lo haga.
Anda que tengo una llaga
en el baúl del recuerdo.
La noche invita a una copa
y el perro que aúlla a lo lejos
ya no escucha mi congoja.
El viento trae a mis ojos
una singular silueta.
Hace frío, ten mis labios
me dice mientras me aprieta.
el viento sopla sereno.
El frío cala los huesos
y un perro aúlla a lo lejos.
Yo quiero ser tu inquilina,
déjame entrar y te enseño
como puedo ser tu dueño
antes que toques la cima.
Hay pero no te toca
me dices tan lisonjero
y yo que quiero ser pionero
de esos besos de tu boca.
De tu espalda de diamante,
de tus brazos de torero.
Quiero ser más que tu amante,
quiero ser tu ladronzuelo.
Al cocuyo pregunté
cuantos hijos me darías.
Me dijo que solo tres,
con uno feliz sería.
La margarita lo negó,
pero a mi no me interesa.
Es lujuria que sintió
por tus labios color fresa.
En tanto la luna buena
me ha dicho que ya me quieres
que tantas veces me vieres
te hago perder la cabeza.
Me ha dicho que te enojaste
porque llegué tarde anoche
que muy triste me esperaste.
y que por culpa del broche
de mi camisa embustera,
te volviste una quimera
de rabia, pena y reproche.
Anda ven, que yo no muerdo
solo si quieres que lo haga.
Anda que tengo una llaga
en el baúl del recuerdo.
La noche invita a una copa
y el perro que aúlla a lo lejos
ya no escucha mi congoja.
El viento trae a mis ojos
una singular silueta.
Hace frío, ten mis labios
me dice mientras me aprieta.
viernes, 5 de enero de 2018
Un hombre y sus lunas.
Quiero contarte una historia diferente, de esas de las que nadie habla pero que siembra sonrisas traviesas en los labios de quien las lleva dentro, como un talismán. Te la regalo.
Era luna y brillaba en la noche de abril. Era blanca y redonda allí donde sus pechos rebotaban lozanos y serenos... allí debajo de la curva de su espalda... allí al filo de sus caderas. Sus muslos parecían tallados por las manos de los dioses, su vientre guardaba mil mariposas dormidas en sus capullos y el rosa de sus labios gruesos contrastaba con el ébano de sus cabellos ondulados y largos que cubrían, casi acariciando, su inocente desnudez. Era oscuridad pero no hacia falta mas luz que la que emanaba de su rostro encendido de gloria y entre gemido y risa se escapaba una promesa de goce celestial.
_ Quédate esta noche...
_ Qué me darás?
_ Otro beso.
_ Más que eso...
La aprieta con toda su fuerza y ella suelta un quejido juguetón.
_ Calma... Dime... Del cero al 10, cuanto me quieres?
_ Del cero al 10, cuanto tú crees?
_ Yo soy la que responde con preguntas!_ Sonríe muy cerca de su rostro y el se derrite, se desarma.
_ 11
_ No, no me quieres... no lo suficiente. _ pega su afilada barbilla contra el pecho y su hermosa sonrisa desaparece bajo la sombra que cubre su rostro. _ Si me quisieras te quedaras esta noche...
_ No puedo. Quiero y lo sabes... pero...
_ Pero, siempre el pero... El que quiere puede!
Se levanta del lecho aún tibio y húmedo. Camina hacia la ventana gigantesca y corre las cortinas, una luz tenue atraviesa el cristal y el marfil de su piel brilla en la penumbra. Él está recostado y su boca como un compás deja escapar un suspiro hecho gloria. No consigue pensar con claridad, apenas balbucea par de palabras sin sentido... para ella, claro.
_ Yo quiero...
_ Ya sabes que...
_ No! No es eso! Yo quiero que sepas que yo sí te quiero y mucho!_ Camina lentamente hacia El
_ Si serás sinvergüenza! Ya no encuentras con qué ablandarme el sentimiento!_ Estalla en una carcajada mientras se agarra la cabeza con ambas manos y luego le extiende los brazos, Ella se acurruca entre ellos como un pequeño animalito lo hiciera en el regazo de su dueño.
_ No me importa que lo sepas. No tengo miedo de que juegues conmigo... es más... quiero que lo hagas.
_ De qué hablas ahora?
_ Quiero que no paremos de jugar. Seamos ingenuos y olvidémonos del mundo. Nuestro mundo es ahora, aquí.
_ No me gusta cuando hablas de esa manera. Sabes que soy un hombre simple y siempre eliges palabras complejas. Yo no estoy jugando, también te quiero y eso lo sabes, pero...
_ Peros!_ Espeta, suspira y el peso es su pecho pone punto final a sus palabras.
_ Me voy, vístete y te llevo a casa.
El se levanta y esta vez ella se queda entre las sábanas, lo observa vestirse con tristeza.
_ Mira la hora! Vamos!
_ Vete tú, yo me quedo. No tengo ganas de irme ahora. A fin de cuentas a mi nadie me espera.
_ No empieces!
_ Es mentira? Vete! Yo voy a dormir un rato, estoy cansada.
_ Dale chica... como te voy a dejar aquí solita? Y si te roban?
_ Tu mal... Allá tú!
_ No te pongas así, ven mi peque... mi bombón... mi cosa linda!
_ No quiero.
_ Ves? Por eso no voy a buscarte, después no quieres regresar.
_ Ahí radica nuestro problema. Tu amor es ardiente, pero más fugaz que un meteorito atravesando la estratosfera.
_ Haz como quieras entonces.
_ Bien.
_ Bien.
El sale como perro que leva el diablo y tras de si cae la puerta como si cayera el cielo sobre la tierra en un momento. Queda sola en la habitación, sola consigo misma y con el silencio. Se mete completamente debajo del edredón y solloza como un niño sin hogar y sin consuelo.
Camina furioso hasta la entrada del Hotel, la recepcionista lo observa inquisitiva... El sabe lo que pregunta sin palabras y se apresura a responderle:
_ Ella se irá más tarde..._ La otra asiente desde el mostrador con una sonrisa de muñeca de porcelana antigua.
Va mascullando pequeños insultos al reloj, al destino, a la noche sin luna...
Era luna y brillaba en la noche de abril. Era blanca y redonda allí donde sus pechos rebotaban lozanos y serenos... allí debajo de la curva de su espalda... allí al filo de sus caderas. Sus muslos parecían tallados por las manos de los dioses, su vientre guardaba mil mariposas dormidas en sus capullos y el rosa de sus labios gruesos contrastaba con el ébano de sus cabellos ondulados y largos que cubrían, casi acariciando, su inocente desnudez. Era oscuridad pero no hacia falta mas luz que la que emanaba de su rostro encendido de gloria y entre gemido y risa se escapaba una promesa de goce celestial.
_ Quédate esta noche...
_ Qué me darás?
_ Otro beso.
_ Más que eso...
La aprieta con toda su fuerza y ella suelta un quejido juguetón.
_ Calma... Dime... Del cero al 10, cuanto me quieres?
_ Del cero al 10, cuanto tú crees?
_ Yo soy la que responde con preguntas!_ Sonríe muy cerca de su rostro y el se derrite, se desarma.
_ 11
_ No, no me quieres... no lo suficiente. _ pega su afilada barbilla contra el pecho y su hermosa sonrisa desaparece bajo la sombra que cubre su rostro. _ Si me quisieras te quedaras esta noche...
_ No puedo. Quiero y lo sabes... pero...
_ Pero, siempre el pero... El que quiere puede!
Se levanta del lecho aún tibio y húmedo. Camina hacia la ventana gigantesca y corre las cortinas, una luz tenue atraviesa el cristal y el marfil de su piel brilla en la penumbra. Él está recostado y su boca como un compás deja escapar un suspiro hecho gloria. No consigue pensar con claridad, apenas balbucea par de palabras sin sentido... para ella, claro.
_ Yo quiero...
_ Ya sabes que...
_ No! No es eso! Yo quiero que sepas que yo sí te quiero y mucho!_ Camina lentamente hacia El
_ Si serás sinvergüenza! Ya no encuentras con qué ablandarme el sentimiento!_ Estalla en una carcajada mientras se agarra la cabeza con ambas manos y luego le extiende los brazos, Ella se acurruca entre ellos como un pequeño animalito lo hiciera en el regazo de su dueño.
_ No me importa que lo sepas. No tengo miedo de que juegues conmigo... es más... quiero que lo hagas.
_ De qué hablas ahora?
_ Quiero que no paremos de jugar. Seamos ingenuos y olvidémonos del mundo. Nuestro mundo es ahora, aquí.
_ No me gusta cuando hablas de esa manera. Sabes que soy un hombre simple y siempre eliges palabras complejas. Yo no estoy jugando, también te quiero y eso lo sabes, pero...
_ Peros!_ Espeta, suspira y el peso es su pecho pone punto final a sus palabras.
_ Me voy, vístete y te llevo a casa.
El se levanta y esta vez ella se queda entre las sábanas, lo observa vestirse con tristeza.
_ Mira la hora! Vamos!
_ Vete tú, yo me quedo. No tengo ganas de irme ahora. A fin de cuentas a mi nadie me espera.
_ No empieces!
_ Es mentira? Vete! Yo voy a dormir un rato, estoy cansada.
_ Dale chica... como te voy a dejar aquí solita? Y si te roban?
_ Tu mal... Allá tú!
_ No te pongas así, ven mi peque... mi bombón... mi cosa linda!
_ No quiero.
_ Ves? Por eso no voy a buscarte, después no quieres regresar.
_ Ahí radica nuestro problema. Tu amor es ardiente, pero más fugaz que un meteorito atravesando la estratosfera.
_ Haz como quieras entonces.
_ Bien.
_ Bien.
El sale como perro que leva el diablo y tras de si cae la puerta como si cayera el cielo sobre la tierra en un momento. Queda sola en la habitación, sola consigo misma y con el silencio. Se mete completamente debajo del edredón y solloza como un niño sin hogar y sin consuelo.
Camina furioso hasta la entrada del Hotel, la recepcionista lo observa inquisitiva... El sabe lo que pregunta sin palabras y se apresura a responderle:
_ Ella se irá más tarde..._ La otra asiente desde el mostrador con una sonrisa de muñeca de porcelana antigua.
Va mascullando pequeños insultos al reloj, al destino, a la noche sin luna...
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