Duele la palabra en la mano que no sueña con el verso. Duele aún sin saber que le hinca en lo más profundo de su prosa. Aquella mano que se niega a la pluma y al papel. Duélele tanto, que cuando se abre, de sus dedos brotan caricias al vacío.

jueves, 15 de enero de 2015

Oda a los ángeles de blanco.

¿Has escuchado la palabra saudade?... ¿Te gusta cómo se oye de mis labios? A mí me gusta, me enamore de ella la primera vez que la escuché. Tiene un no sé qué que te hace suspirar, como si el sentimiento fluyera en tu pecho como uno solo. Así la describen los brasileños, como un raudal de emociones que se juntan en el alma y hace que tu corazón se encoja, se ensanche, se quiebre, se alce y vuelva a palpitar. Hoy viene a mí la damisela soledad... así dice Silvio en, su tan mía, tonada, Melancolía.

Oda a los ángeles de blanco.

Colgaste en tu pecho llano
 los sueños de felicidad.
Dejando atrás tus senderos
 de azúcar, café y palmar.

Querubín que en vuelo blanco,
 cruzaste el mar.
A tu espalda tu familia,
 tu pasión, tu bienestar.

Bailando en son otros ritmos
 Mil canciones haz de cantar.
Otras lenguas que en principio
 Aprendiste a combinar.

Cambiaste ropas, costumbres,
Para tu alma homologar.
Fueron otros los sabores
 que encendieron tu paladar.

Hubo amigos que se fueron
 de este mundo y dónde más.
Hubo noches de tristeza
 y hubo días de soledad.

Tiempo al tiempo fue tu lema
 y en el pecho la humedad,
del romance que congelas,
 tu medalla más veraz.

Y si alguien que al mirarte
 piensa que eso es un pesar,
La proeza de lo hecho
 tu razón absolverá.

Porque el bien que trae tus manos
 tu alegría devolverá,
Cada segundo de ausencia,
 cada día sin hogar.

“Sonrisas para el amigo,
 para un ángel que llegó
Y trajo la vida consigo
 y también todo su amor.

Que cuando parte solo lleva
 rostros agradecidos

 y  pedazos de corazón.”  

                                                                                                     Yury

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