Acerca de mí
Duele la palabra en la mano que no sueña con el verso. Duele aún sin saber que le hinca en lo más profundo de su prosa. Aquella mano que se niega a la pluma y al papel. Duélele tanto, que cuando se abre, de sus dedos brotan caricias al vacío.
martes, 26 de agosto de 2014
La chica en el espejo
Existe un ser que no soy yo, pero es parte de mi. A mi pesar es todo lo que muchos ven y pocos aprecian. Camina, habla y respira por mi, es mi coraza y mi prisión.
¿Quien eres tú? Me dice mientras me mira de arriba a abajo, escudriñando cada rincón de mi piel. Una mueca en su rostro me deja ver lo enojada que está con mis cabellos y en un intento de alisarlos solo logra alborotarlos más. Sus manos estrujan mis mejillas y las golpean con pequeñas palmaditas, a veces me pregunto si lo hacen para desperezarme o para lograr encender el rosa ausente debajo de mis ojos. Con nada se conforma. No sé de que manera se da cuenta de las libras de más que trato de disimular debajo de las ropas.
Es muy exigente con las dietas, modas y maquillajes. Ríe mucho, de cualquier cosa y hace grandes algarabías para hacerse notar. No sale ni a la esquina sin Rimel ni perfume. Y por más que la regañe, va tropezando con cada espejo o cristal donde encuentre su reflejo. Es muy dura de palabra y nunca por sus labios rodó una lágrima.
La chica en el espejo pinta sonrisas en mi boca muda, no entiende de amor y sufre de amnesia. Orgullosa y altanera, distante y absurda, esconde debajo de su apariencia de acero, una chica diferente.
Pequeña traviesa, siempre tramando algo nuevo. No habla mucho pero se le entiende con solo mirarla de frente. Distraída, se pierde en la ventana si un rayo de luz atravieza su pelo. Sueña con hadas y seres místicos, cree en la palabra que susurra a su oído y ama fervientemente todo lo que le rodea. Ella, la chica que se escurre y se aleja, que llora en silencio, suspira desde la aurora hasta el alba. Nadie la ve, nadie la escucha. Danza inadvertida en el viento que acaricia mi rostro. Quien la conoce, la quiere, la guarda.
Si encuentras la chica en el espejo, no la sensures ni la exaltes. Ella tiene la llave que abre la puerta que buscas. Si detienes tu paso ante su presencia, te hará un guiño y te dejará sin alas. Si la sofocas en tus brazos, sus vestidos gitanos se escurrirán en silencio. Si la humillas y la ofendes, se volverá espinas, salitre y polvo. Solo déjala ser, no es más que un reflejo, un espejismo, una máscara. Es todo lo que la que la mantiene a salvo. Comprende a la chica en el espejo, si la sabes amar, se encontrarán las dos, tornándose una sola.
Ella, la que ríe, ésta la que calla. Juntas viven sus avatares, entre mundos que convergen y se apartan, en la cuenta regresiva de mi tiempo. Aquí va, suave y lisonjera, ésta, la que escribe. Ahí está, fría, despampanante, ésa, la que estalla.
Yury
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