Ser feliz es tan simple como querer serlo. A pesar de las lágrimas, del dolor, de la incertidumbre, de la ausencia, de los reproches que te haces desde el espejo, de la multitud que te señala, de las expectativas ajenas y hasta de las propias. A pesar de los sueños rotos y de toda la soledad. A pesar de ti misma. Ser feliz es tan simple como mirar los cerezos y suspirar sin motivos, acostarse sobre la hierba y regalar tus pensamientos al universo. Y abrazar tus tinieblas y besar a tus muertos. Ser feliz con poco, con casi nada. Pero ser feliz porque sí. Porque te da la gana. Tan simple, como querer serlo.
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